“Hacía más de un mes que María le había pedido a Quimet que le desmontara el asiento de enea de un sillón con brazos. No quería parir en la cama, sino sentada en este sillón. Decía que esta posición forzaba la tensión muscular y facilitaba la expulsión del niño, por la propia gravitación del peso de su pequeño cuerpo.”(Fragmento de “El Guardián del Linaje”, de Ricardo J. Montés Ferrero. Ilustración de Miguel A. Fita)